La Semana Santa es un tiempo de reflexión y conmemoración del sacrificio de Cristo. En este contexto, el padre Fernando Roca SJ nos ofrece un mensaje al respecto.
Dentro de pocos días, celebraremos el acontecimiento más importante de le fe cristiana, la Semana Santa. Recordamos la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Reconocemos que el misterio del mal existe. En el libro del Génesis se nos narra cómo engañó al ser humano, haciéndolo desobedecer a Dios, rompiendo la alianza establecida al inicio de los tiempos. Dios decide encarnarse para restablecer la alianza, enfrentándose al misterio del mal. Hacemos memoria de la fuerza creadora del misterio del amor de Dios que nos redime hecho hombre, enfrentando a la muerte, para resucitar venciéndola. Jesús, experimentó el dolor, sufrió el abandono de sus amigos, vivió el sentimiento de la ausencia y el silencio en situaciones límite. Asumió su tarea de reconciliar la condición humana y la creación con el Padre, tal como se anunciaba a través de toda la historia de salvación desde el antiguo testamento. Eso le supuso transitar por el misterio del mal, pero en clave de esperanza y confianza en su Padre, y así, al resucitar, nos mostró que el mal nunca tendrá la última palabra. La palabra primera y definitiva es la del Dios creador, un Dios que es Padre tierno y misericordioso y que se preocupa por sus hijos e hijas y por la creación.
Este preámbulo nos pude ayudar a entender mejor este tiempo fundamental en nuestra vida de fe. Experiencia de recogimiento, de penitencia y de esperanza para los que lo vivimos desde la fe y así, desde allí, mirar como creyentes a nuestro país. La Cuaresma (tiempo litúrgico que precede a la celebración de la Semana Santa) y la Semana Santa, nos comunican la confianza en nuestra condición humana, porque Dios nos ha creado por amor y se nos ha dado por amor. Confiamos, inspirados por este mensaje trascendente del amor de Dios hecho hombre, en que, a pesar de situaciones desafiantes, complejas, que amenazan con querer robarnos la esperanza y esta confianza, deseamos y aspiramos a tiempos futuros mejores que los que vivimos. El testimonio del resucitado es la señal clara de que ello es posible. Para los creyentes, la fe nos permite recorrer situaciones, unas veces duras, otras desconcertantes, con la certeza que es fundamental el saber ponerse en camino y aportar nuestro grano de arena desde donde estemos, trabajando solidaria y comunitariamente. Todo esfuerzo es válido, todo logro, pequeño o grande suma. Las más bellas playas de nuestro litoral están formadas por millones de pequeños, diminutos, granos de arena… que cuando se juntan nos ofrecen lugares espectaculares no sólo para disfrutar y descansar sino también darnos cuenta de la presencia generosa de Dios en la creación y en nuestras vidas.
Estamos convencidos que la luz del resucitado en la Pascua de esta Semana Santa nos permite caminar en situaciones que a veces son complejas, pero que con la fe que mueve nuestro esfuerzo y trabajo, serán iluminadas por nuestro Buen Dios. Él nos toca la puerta de nuestro corazón y de nuestro entendimiento pidiéndonos que haciendo uso de nuestra libertad lo dejemos ingresar en nuestras vidas con la fuerza de su resurrección y así caminar con nosotros.
En nuestra Universidad, Pontificia y Católica, en estos tiempos en los que el Papa nos pide construir una Iglesia Sinodal, nos esforzamos por crecer en el conocimiento de la experiencia de fe que supone el Misterio de Vida que se impone a la muerte en la Semana Santa. Misterio de Vida que nos invita al acto humilde de acoger el perdón que nos viene del Padre y que nos desafía a saber también perdonar, en un país donde hay tantas heridas por sanar. Misterio de Vida que en nuestra Comunidad Universitaria nos invita a reconciliarnos con Él, con nosotros mismos, con miembros de nuestras familias y compañeros de estudio y trabajo. Si primero no nos reconocemos perdonados y en consecuencia reconciliados, no nos será fácil poder perdonar y ayudar reconciliar a otros.
El tiempo pascual que sigue a la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, es el mensaje del testimonio claro del Dios que se ofrece, que se da, que nos perdona, que nos reconcilia y nos muestra su amor. Que nos invita a ser solidarios con los demás frente a tantas situaciones desafiantes que nuestro país nos ofrece. Hagamos de nuestra Universidad y nuestro Perú lugares en donde este regalo del Señor pueda manifestarse con su fuerza sanadora y creadora. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Fernando Roca Alcázar SJ